(SONIA GARCÍA).- Ha pasado un mes desde que el edificio del número 80 de la calle Colón de Valencia fuese ocupado ilegalmente por el Frente Obrero. Actualmente, cinco familias y personas sin techo viven en este bloque de titularidad pública que pertenece a la Generalitat Valenciana.
Este edificio señorial de seis plantas fue abandonado en 2013 por parte de la Conselleria de Igualdad. Tras ocho años de cierre, el pasado mes de marzo fue ocupado ilegalmente por Esperanza Obrera, justo después de ser desalojados de la vieja sede de Unicaja. Desde entonces han abierto las puertas del edificio a personas sin techo ni recursos.
El edificio carece de timbre y solo el Frente Obrero dispone de la llave que abre sus puertas. La única forma que tienen para entrar sus habitantes es tocando una de las ventanas a la espera de ser atendidos.
El inmueble no está en condiciones de ser habitado. Los okupas no tienen cocina y el agua corriente solo llega hasta la primera planta. Por eso, la plataforma ha llevado a cabo algunas reformas como la construcción de una ducha común.
Además, la Conselleria alerta de que no cumple la normativa contra incendios. Para el portavoz del colectivo, Fermín Turia, esto «sólo es un papel». Pese a ello, han decidido no enganchar la luz al suministro eléctrico para evitar accidentes. De este modo, no hay electricidad en todo el bloque. Los okupas solo pueden ver de noche gracias a unas luces led de pilas pegadas en los pasillos y escaleras. «Por el día hay mucha luz y por la noche a dormir», cuenta una de las okupas.
Reparto de alimentos
Las antiguas oficinas del edificio se han convertido en hogares. Los despachos de los pisos superiores albergan las habitaciones. Por el contrario, la planta baja se destina a despensas para guardar comida y ropa recaudada por el colectivo.
«Haremos reparto de comida esta semana, coincidiendo con el 1 de mayo», adelanta el portavoz. «Son lo que llamamos colas del hambre, que representan la pobreza» originadas por «el Gobierno de Sánchez e Iglesias«, denuncia Turia. Los suministros que se hallan en despensas también sirven para cubrir las necesidades de los que viven allí.
Antiguos despachos convertidos en habitaciones
Actualmente hay cinco habitaciones ocupadas. Fanny es la única persona que ha querido contar su historia. Los demás prefieren no hablar ante las cámaras porque todavía tienen juicios pendientes. Desde la plataforma nos cuentan que no existe un perfil de okupa determinado. En ese edificio duermen desde inmigrantes sin papeles hasta pensionistas que no pueden permitirse un alquiler.
«Me quedé en paro y me acogieron aquí», explica Fanny. La okupa nos enseñan su habitación: un despacho convertido en un dormitorio. Cuenta con un escritorio, una cama y está lleno de objetos personales. Ella es consciente del valor que tendría un alojamiento en la calle Colón y defiende que la jubilación que cobra «es muy baja» para permitirse un alquiler.
A día de hoy el edificio está en desuso. Será en unos meses cuando la Generalitat inicie las obras de rehabilitación para convertirlo en un centro de atención a personas con diversidad funcional o trastorno de salud mental.
Los okupas de Colón podrían ser desalojados en cualquier momento. Por ello, los jóvenes de Esperanza Obrera suelen hacer guardia dentro del edificio. Intentan evitar un desalojo como el acontecido en su antigua sede. Fanny tiene claro qué haría si le echasen: «Irme con ellos donde sea».
Cuando esto suceda tocará nueva mudanza ya que desde el Frente Obrero han avisado de que no van a parar su actividad. Será entonces cuando busquen otro edificio que ocupar para albergar a las personas sin techo que demanden un lugar donde vivir.