CRISTINA CORREDERA. Una escalera estrecha de caracol nos descubre las bóvedas de San Nicolás. Un espacio que desde octubre los más privilegiados pueden visitar. Sobre los cielos de San Nicolás descubrimos que las bóvedas de la Capilla de la Comunión pertenecen a dos siglos diferentes.
En la más antigua se puede apreciar claramente el ladrillo con el que la construyeron así como grafitis del cuerpo humano y de un Cristo coronado de espinas.
En el plano arquitectónico las bóvedas se remodelaron para eliminar las humedades, permitir su ventilación y su acceso. Esto trajo más descubrimientos como la firma de su autor.
La intervención de la fachada sur de la iglesia trajo más sorpresas, y es que tras los muros del siglo XIX se conserva la fachada original de estilo medieval. Si nos adentramos en la Capilla de la Comunión podemos ver como las construcciones del siglo XVII y XIX parecen una única obra.
Tras casi nueve meses de trabajo en los que se solucionaron los problemas de humedad del edificio y la decoración del interior de la capilla, ahora se pueden ver los resultados de la restauración de la Capilla de la Comunión.
Todo ello en un viaje artístico que en la visita de cada viernes quince afortunados pueden tener en exclusiva.