El incendio en el entorno del Vall d’Ebo, en la provincia de Alicante, habría supuesto ya la muerte de 70.000 animales. Siguiendo con los modelos predictivos del catedrático Christopher Dickman, de la Universidad de Sidney (Australia). Mientras las llamas han devorado más de 6.500 hectáreas en pocas horas y han obligado a desalojar varios núcleos de población. La ONG naturalista advierte que el impacto es difícilmente estimable en el terreno de la conservación ambiental.
Los cálculos de Dickman están basados en la ola de incendios que sufrió Australia durante 2020. Estimando que en cada hectárea de monte existen entre 10 y 15 animales de especies diferentes que conviven. Un método alternativo por las dificultades para conocer con exactitud el número de invertebrados y pequeñas especies.
Tomando como referencia las fuentes oficiales sobre motivaciones sobre incendios intencionados en España, el 48% tienen relación con la ganadería y la caza, por lo que dedicar recursos a ambos sectores en este contexto supone una grave falta de respeto a las vecinas y vecinos que han perdido su modo de vida y sus hogares.
Renaturalizar sin perder de vista la crisis climática.
Los grandes incendios forestales del verano supondrían la pérdida de más de dos millones de animales silvestres y domesticados. A lo que hay que sumar la pérdida de los modos de vida de cientos de personas. Por ello proponen que las acciones de renaturalización y restauración de la biodiversidad, acompañadas del fin de la caza, asuman también que no existe una cohabitación real con ganaderías y sí con cultivos, con mucho menor impacto ambiental al no tener que disponer de tanto gasto de agua, territorio ni generar emisiones al mismo nivel.