El cónclave ha sorprendido al mundo católico con la elección del cardenal estadounidense Robert Prevost como nuevo Pontífice, quien ha adoptado el nombre de León XIV. Su perfil combina una profunda experiencia pastoral en América Latina con una destacada carrera dentro de la Orden de San Agustín, así como una creciente relevancia en la Curia Romana bajo el pontificado de Francisco.
Nacido de padre francés y madre italiana, Prevost ingresó a los agustinos en 1977 y profesó sus votos solemnes en 1981. Paralelamente, se formó académicamente con una licenciatura en matemáticas por la Universidad de Villanova y otra en teología en Chicago. Fue ordenado sacerdote en Roma en 1982, donde también se doctoró en derecho canónico en el Angelicum, con una tesis sobre la figura del prior agustino.

Su vocación misionera lo llevó a Perú, donde ejerció como canciller de la prelatura de Chulucanas, profesor y director del seminario de Trujillo, y juez canónico diocesano. Esta etapa dejó una huella profunda en su visión pastoral, centrada en las periferias y las comunidades empobrecidas.
Hombre clave en el papado de Francisco
En 1998 fue elegido superior provincial de los Agustinos del Medio Oeste. En 2001 fue nombrado prior general de la orden a nivel mundial, cargo que ocupó durante dos mandatos hasta 2013. Luego, el papa Francisco lo designó en 2014 como administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo (Perú), donde sería consagrado obispo en 2015. Desde entonces, su ascenso ha sido constante.

Miembro de importantes dicasterios vaticanos —como los de Clero y Obispos— y figura clave en la selección episcopal como prefecto del Dicasterio para los Obispos desde 2023, Prevost fue creado cardenal en julio de ese mismo año. En 2025, fue elevado a cardenal obispo de Albano y se consolidó como uno de los hombres de mayor confianza del papa Francisco, quien valoraba especialmente su experiencia en las periferias, su capacidad de escucha y su dominio de los temas eclesiales.
Su elección como León XIV representa una continuidad del espíritu reformador de su antecesor, con una Iglesia más cercana, pastoral y global. Aunque hasta hace poco su nombre no figuraba entre los más conocidos, su trayectoria discreta pero firme lo ha llevado al solio pontificio como símbolo de una nueva etapa para la Iglesia.









