El Restaurante de El Corte Inglés Pintor Sorolla celebra un homenaje a los templos gastronómicos con mayor solera del país, la Semana Gastronómica de las Tabernas Centenarias hasta el sábado 14 de marzo.

A partir de hoy, cocineros de Malacatín, taberna centenaria situada en el corazón del castizo barrio de La Latina, en Madrid, que sirve cocido, callos a la madrileña y platos de puchero desde 1895, ofrecerá a los clientes de El Corte Inglés el afamado cocido de los tres vuelcos que se come con babero, en esta semana gastronómica dedicada a las ‘Tabernas Centenarias’.

Malacatín completará su carta para el Restaurante de El Corte Inglés Pintor Sorolla con esta oferta gastronómica: Arroz con boletus, Chuletillas de cordero, Bacalao confitado, Callos a la madrileña, Huevo de corral con patatas y trufa negra, Tarta de queso al estilo Malacatín y Leche Frita al Pedro Ximénez.

Una ocasión única para disfrutar de la cocina más tradicional traída directamente de una taberna centenaria al Restaurante de El Corte Inglés Pintor Sorolla. Esta iniciativa, desarrollada con la Asociación de los Restaurantes y Tabernas Centenarias de Madrid, llevará platos icónicos de estas tabernas a otros tantos centros de El Corte Inglés, entre ellos el de Pintor Sorolla.

Junto a Malacatín en El Corte Inglés Pintor Sorolla, la Semana Gastronómica de las Tabernas Centenarias se celebra en los siguientes centros: La Posada de la Villa en Málaga, La Casa del Abuelo en Bilbao, La Ardosa en Nervión (Sevilla), Casa Pedro en Castellana (Madrid), Lhardy en Serrano (Madrid), Casa Ciriaco en A Coruña, y Taberna Antonio Sánchez en Palma de Mallorca.

Los platos típicos de Madrid

Malacatín, con una tradición ya de 125 años, debe su nombre a un mendigo llamado Malacatín, que canturreaba «Tin, tin, tin, Malacatín, tin, tin» para ganarse unos chatos en el bar de vinos fundado en 1895 por Julián Díez. Este tabernero llegó a Madrid dos años antes, procedente de un pueblo de Cuenca y, tras trabajar en un pequeño negocio de bebidas como chico de los recados, decidió montar el suyo propio en la calle de la Ruda, próximo a la plaza del Cascorro. Vinos Díez, como se conocía inicialmente, tuvo un comienzo difícil, no tenían ni agua ni luz de gas. Abría a primera hora de la mañana, alumbrándose con candiles de aceite, y ofrecía aguardiente y el famoso «suave». Los clientes eran gente sencilla, faroleros, albañiles y traperos del Rastro, entre otros, que acababan o empezaban a esa hora su jornada laboral.

Julián y su mujer tuvieron 12 hijos, de los cuales 10 fueron chicas. Vivieron en la trastienda durante mucho tiempo y luego se fueron al piso de arriba, donde nacieron los dos últimos descendientes. «Durante los bombardeos de la Guerra Civil se escondían abajo, en la cueva, y mi bisabuelo llevaba las cosas que conseguía de estraperlo», cuenta José Alberto Rodríguez, la cuarta generación de la familia. Todas las hermanas ayudaban en el negocio y el local era popularmente conocido como Las Chicas. Y a su padre le llamaban Julián el de Malacatín.

Hoy en día es la cuarta generación que regenta Malacatín y que prepara el cocido madrileño como el de casa, con las mejores viandas y abundante, para que nadie se quede con hambre. Potente y sabroso, ese es el carácter de cocido de Malacatín que, poco a poco, se hizo famoso en España y el mundo entero junto con sus huevos fritos con pisto, la ventresca con pimientos o el bacalao con tomate.Semana Gastronómica de las Tabernas Centenarias en El Corte Inglés Pintor Sorolla