Peñíscola esconde una cala que está prácticamente aislada del ajetreo turístico. Esto la hace prácticamente desconocida para los valencianos. Estamos hablando de la cala de l’Aljub, un pequeño rincón en el que poder descansar con familiares y amigos a diferencia de las playas más turísticas que ofrece la localidad castellonense.

L’Aljub mide unos escasos 54 metros si tenemos en cuanta las grandes longitudes que ocupan las playas centrales de Peñíscola. Su superficie total es de 648 m² de guijarros y arena. Además, la lejanía con la ciudad conlleva que normalmente está poco ocupada.

ASÍ ES LA CALA DE L’ALJUB

Lo que la hace diferente es que deja de lado la tradicional arena, ya que está formada principalmente de roca. Sin embargo, para aquellos que prefieran tumbarse a todo confort existe un pequeño trozo con pequeños guijarros (piedras pequeña y redondeada) y arena. Además, cabe destacar que la poca arena que la conforma esta cala es de un intenso color dorado.

Otra ventaja si se va con niños es su escaso oleaje pues suele ser moderado. A pesar de todo, hay que tener en cuenta que no dispone de acceso para discapacitados. Asimismo, al estar alejada de la parte turística de Peñíscola carece de paseo marítimo siendo un atractivo natural para quienes quieran disfrutar de un espacio que no ha sido manipulado por el hombre.

¿CÓMO ENCONTRAR L’ALJUB?

La forma de acceder a la cala de l’Aljub es a través de la carretera N-340, la más cercana a la playa. Normalmente los bañistas suelen acudir en coche y el camino para acceder está señalizado. Cabe remarcar que no se puede acceder en transporte público, por lo que es una buena escusa para convencer a algún familiar o amigo para pasar el día juntos.