Con la llegada del verano y la operación bikini en marcha el culto al cuerpo se dispara y los centros de estética afrontan uno de sus mejores momentos del año. Sin embargo, lo que puede parecer unos tratamientos simples y sin lesión para la salud puede derivar en importantes daños físicos si no se acude a un centro profesional.

Según datos de la Sociedad Española de Medicina Estética, un 16% del intrusismo se produce en peluquerías y un 14% en mujeres autónomas que ejercen la estética en sus propios hogares. Respecto a los casos más comunes todos coinciden: la depilación láser es la más afectada con quemaduras que pueden ir más allá de una lesión superficial.

Pero la cosa no queda aquí, un mal uso de los equipo de ultrasonidos puede derivar en cataratas o parálisis faciales. Lo mismo ocurre en tratamientos con punción donde la mala práctica ha llegado a causar infecciones o reacciones alérgicas. En casos así el Defensor del Paciente tiene muy claro qué pasos debe de dar el afectado.

Cada año son más los denunciantes que acuden a los tribunales en busca de justicia y de una indemnización económica que en ocasiones ha superado los 30.000 euros. Para evitar llegar a este punto, abogados y profesionales estéticos recomiendan a los consumidores pedir los títulos de sus esteticistas e informarse del centro al que se va a acudir. Y es que como dice el refranero español “más vale prevenir que curar”.