El brutal asesinato del exalcalde de Gandia, Arturo Torró, ha conmocionado a la Comunidad Valenciana y ha generado un gran impacto en la política y sociedad local. El empresario y político fue hallado sin vida el miércoles, cerca de la medianoche, en una cuneta de la A-38, en las proximidades del polígono industrial de Xeresa. Un disparo a bocajarro en el pecho y marcas en el cuello revelan la crueldad y la premeditación del crimen.
Un asesinato con preparación previa
El modus operandi utilizado sugiere que los autores del crimen actuaron con planificación y profesionalismo. Los investigadores sospechan que Torró fue seguido durante días antes del ataque. Según fuentes cercanas, el exalcalde ya había comentado a su círculo cercano que sentía que lo estaban vigilando.
La secuencia de los hechos apunta a una emboscada meticulosamente organizada. La hipótesis principal de la Guardia Civil es que los atacantes pincharon la rueda del vehículo de Torró, un Mercedes, lo que obligó a la víctima a detenerse en un tramo apartado de la carretera. Fue entonces cuando se habría producido el asalto mortal.
Así se desarrollaron los acontecimientos
El día del crimen, Torró había pasado una jornada aparentemente normal. Por la mañana se reunió con un carpintero para ultimar detalles de la apertura de una nueva óptica, ampliando su negocio. A mediodía, compartió un almuerzo junto a su mujer en un restaurante de la playa de Gandia. Su última publicación en redes sociales muestra esa imagen, sin presagiar el trágico desenlace.
Ya por la tarde, mientras regresaba a su vivienda, el exalcalde hablaba por teléfono con un amigo. En la conversación, Torró mencionó un pinchazo en una rueda del coche por una alerta que se encendió en el vehículo y se despidió apresuradamente, indicando que llamaría después. Esa llamada fue la última señal de vida antes de que se encontrara su cuerpo.
Horas después, su mujer trató de contactar con él. Al ver que no contestaba y descubrir, hablando con el amigo de Torro, que había sufrido un pinchazo de ruedas, decidió ir en su ayuda. Fue al llegar junto al coche cuando descubrió el asesinato y alertó a las autoridades.
La escena del crimen
El cadáver de Torró fue hallado junto a su vehículo, con la puerta del conductor abierta y el motor en marcha. Presentaba un impacto de bala en el pecho, directo al corazón, disparado a muy corta distancia. Además, tenía marcas en el cuello compatibles con un intento de estrangulamiento, lo que refuerza la teoría de que fue inmovilizado antes de recibir el disparo.
Los especialistas de la Guardia Civil realizaron una exhaustiva inspección del lugar descubriendo a su vez que no había marcas aparentes de pinchazo en los neumáticos.
Los agentes utilizaron detectores de metales para buscar casquillos, el arma homicida u otros vestigios que pudieran aportar pistas sobre los autores materiales. Asimismo, revisaron las cámaras de tráfico cercanas para tratar de identificar vehículos sospechosos o personas involucradas.
Posibles móviles del crimen
La principal hipótesis que manejan los investigadores apunta a un posible móvil económico. Fuentes del entorno del exalcalde señalan que su situación financiera era complicada, llegando a estar en concurso de acreedores desde 2013. No se descarta que el crimen pueda estar relacionado con alguna deuda o un negocio fallido.
Además, durante su etapa como alcalde de Gandia entre 2011 y 2015, Torró ya había recibido amenazas. En 2012, aparecieron grafitis con su nombre y una diana en la puerta de su vivienda y en la sede del Partido Popular, aunque estos hechos no pasaron a mayores.
La investigación sigue abierta
Actualmente, la Guardia Civil mantiene abiertas todas las líneas de investigación. Los agentes del Grupo de Homicidios trabajan con la teoría de que el ataque fue cometido por al menos dos personas. Una de ellas podría haber simulado ayudar a Torró con la avería del coche, mientras la otra ejecutaba el disparo letal.
La autopsia ha confirmado que la herida en el pecho fue causada por un arma de fuego de pequeño calibre, descartando el uso de un arma blanca. Las marcas en el cuello no son letales y podrían haberse producido por el roce de las cadenas y cordones que portaba la víctima.